domingo, 31 de enero de 2010

Células de cebolla


Una experiencia muy común para iniciarse en el uso del microscopio óptico, y no es necesario gastar mucho dinero en uno de principiante, consiste en hacerse con una cebolla, despojarla de las capas más externas y separar una lámina fácil de encontrar, muy fina, tanto que es casi transparente, y que presenta una tendencia fastidiosa a plegarse, como si estuviera cargada con electricidad estática. El asunto consiste en extender con un poco de maña un trocito de ese tejido, más o menos del tamaño de una uña, sobre un vidrio especial para microscopía llamado portaobjetos, y directamente ponerlo bajo el objetivo. Hecho esto sólo falta arrimar el ojo al ocular, mover el enfoque hasta lograr una imagen nítida... et voilà! Ante nuestros ojos, células de cebolla. Células parenquimáticas, para ser más precisos. Claro que la visión no tiene nada de espectacular. Con una forma aproximadamente rectangular, las células parecen estar vacías de estructuras. De hecho, una gran parte del contenido de esas células de la cebolla es básicamente agua. Sin embargo, cada una de esas pequeñas células es una factoría tan compleja que en su reducido espacio se pueden estar produciendo miles de reacciones químicas simultáneamente, muchas más que en el más complejo laboratorio que haya podido diseñar el ser humano. ¿A que no lo parece?

sábado, 30 de enero de 2010

Vamos allá

Créanme que no era mi intención crear un blog. O al menos, no este fin de semana. Pero claro, quién iba a imaginar el viernes al mediodía que unas horas después me iba a poner pachucho, cosa de una inflamación intestinal debida quién sabe si a un virus o a una bacteria. Es el aburrimiento, por tanto, el que tras un rato trasteando con el ordenador me ha hecho pensar: ¿por qué no? Al fin y al cabo, este no va a ser sino uno más de los millones de blogs que en el mundo son y han sido, así que tampoco es para tanto.
Supongo que cuando alguien abre un blog su intención está clara. Este no es mi caso, seguramente debido a la falta de reflexión previa. En fin, como enamorado del conocimiento científico (ah, que por el nombre del blog ya lo había adivinado) y como profe de ciencias de adolescentes (lo que me encanta casi siempre), la mayoría de las entradas estarán girando en torno a uno u otro tema, si no son en el fondo lo mismo. Eso, suponiendo que sea medianamente constante. No prometo nada.