lunes, 19 de mayo de 2014

Orquídeas, las flores de los coj****

Etmológicamente hablando, así es. La palabra orquídea deriva del griego ορχις, orquis, que quiere decir testículos; vemos el mismo origen en orquitis, la inflamación del testículo. ¿Por qué las orquídeas tienen ese nombre con un origen tan genital? Por la forma de los tubérculos de las orquídeas del género Orchis, y porque así las bautizó allá por el siglo IV antes de Cristo el filósofo griego Teofrasto.

¿Queda claro lo del nombre?
Las orquídeas son una familia (Orchidaceae) de monocotiledóneas que comprende 800 géneros y más de 20 000 especies. Que solo uno de los 800 géneros tenga tubérculos que recuerdan a los testículos quizá no justifica su nombre, sobre todo teniendo en cuenta que los tubérculos son elementos subterráneos, por lo que nos suelen pasar desapercibidos. Sin embargo hay otro motivo, en mi opinión más decisivo, que explica el título que le he puesto a esta entrada. Y es por la puñeta que le hacen a algunos bichos. Una puñeta de muy mal gusto.
Las orquídeas son, posiblemente, las plantas más tramposas del reino vegetal:
Como bien sabéis, los insectos polinizadores suelen revolotear de flor en flor. Pero no actúan así porque formen parte de una ONG de apoyo a la reproducción vegetal. Los pobres bichos no tienen ni idea de que son utilizados por las plantas como diseminadores de su herencia masculina; van de flor en flor porque estas les ofrecen un regalo nutritivo en forma de néctar. Esto es lo habitual, pero son pocas las orquídeas que lo hacen así. Una de las que lo hace es la espectacular Angraecum sesquipedale, con un nectario tan profundo que permitió a Darwin predecir la existencia de una polilla con una trompa de unos 30 cm de longitud (y se demostró años más tarde que dicha polilla existía). La historia tiene algo que ver con esa estupidez llamada criptozoología y la cuento en mi libro El yeti y otros bichos ¡vaya timo! (toma publicidad).
Os estaba diciendo que la mayoría funcionan engañando. Por ejemplo, las flores de muchas orquídeas imitan a flores que tienen néctar, pero la verdad es que no lo tienen. Los pobres insectos permanecen un rato buscándolo y se van de vacío. O no tanto: se van cargados de polen, aunque no es eso lo que querían.
Una forma sofisticada de engaño la hacen algunas especies cuyas flores imitan nidos de abejas, no solo por su estructura, sino incluso porque captan la luz de manera que la temperatura es ligeramente superior a lo que las rodea, lo que es normal en los nidos de los himenópteros.
Otro engaño muy "ingenioso" consiste en que las flores imiten insectos polinizadores competidores de la especie más habitual en la zona. Esto provoca que dichas flores sean atacadas por los indignados polinizadores, lucha en la que no pueden derrotar a un enemigo inexistente y que termina con un incauto bicho recubierto de polen.
Y no podía faltar el engaño sexual. Parece ser que los machos de todas las especies nos sentimos muy atraídos por este tipo de estímulos, y las orquídeas no iban a dejar de desaprovechar la circunstancia. Las flores de algunas de ellas imitan a las flores de especies que son especialmente atractivas para las hembras de polinizadores, así que a ellas se lanzan los machos para buscar pareja.
Pero especialmente cruel me parece el engaño sexual definitivo: flores que imitan a una hermosa hembra. Vamos, que sin que haya una hembra visitando la flor, parece como si la hubiera. Uno de los pétalos -el labelo- se modifica imitando un atractivo abdomen femenino; además la flor libera moléculas similares a las feromonas de la hembra. Encontrarse con una hermosa hembra que huele muy bien y en una sugerente postura es un estímulo irresistible para el macho, que comienza a copular con el vegetal -mejor sería decir a intentarlo, de ahí que a esta acción se la llame pseudocópula-. Al cabo de un rato, sin haber podido saciar su intenso deseo, el macho emprende la retirada con un palmo de narices y cargado de polen. Podéis verlo en el siguiente vídeo:



Lo que os decía, que las orquídeas son unas plantas a las que gusta engañar a los pobres insectos polinizadores. Desde luego, desde el punto de vista de estos, unas flores de los coj****
(Esta entrada está en Menéame. Si te ha gustado, puedes darla a conocer a más gente dándole tu voto).

1 comentario: