lunes, 13 de abril de 2020

¿Y si cambiamos la forma de medir el tiempo? Segunda parte, el reloj

Y adiós
En mi última entrada (¿Y si cambiamos la forma de medir el tiempo? Primera parte, el calendario) proponía cambiar de una forma bastante radical el año. Ahora toca, lo prometido es deuda, cambiar el reloj. A fondo, que no se diga.

Como bien sabéis, un día tiene 24 horas de 60 minutos, cada minuto 60 segundos. Vale, ¿dónde está el problema? A ver, pensad un poco: ¿cuántos minutos hay en un día? ¿y segundos? ¿cuántos segundos tiene un día? Está claro, la respuesta requiere que nos pongamos a calcular. Ya, ya sé que ahora todos llevamos una calculadora en el móvil, pero toca calcular. Es lo que tiene que el sistema horario no sea decimal.

Así que voy a proponer (y tal y como ya dije en la entrada del calendario no espero que nadie se tome en serio el desvarío) dividir el día de forma decimal, un tanto sui géneris, eso sí.

El nuevo día (uy, eso parece New Age) va a tener 100 horas.

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miércoles, 1 de abril de 2020

¿Y si cambiamos la forma de medir el tiempo? Primera parte, el calendario

Adiós

Hace mucho tiempo, cuando era adolescente, devoraba todo lo que caía en mis manos que viniera firmado por el genial Isaac Asimov. Uno de esos textos tenía que ver con crear un calendario perpetuo, no como los que usamos ahora, que cambian año tras año. Podría buscarlo, pero prefiero no hacerlo, para que me influya lo menos posible.

La cosa es que se me ha ocurrido (no, no espero que nadie me haga el más mínimo caso, por supuesto, pero me parecía un entretenimiento interesante) cambiar la manera en que medimos el tiempo, porque yo lo valgo.

Empecemos por el año, por el calendario. Aquí dependemos, como bien sabéis, de la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Un año dura lo que tarda nuestro planeta en completar una órbita. Esto viene a ser 365 días y cuarto, o más en concreto 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9,76 segundos. Del hecho de que el año no sea un número entero de días se deriva que necesitemos los años bisiestos.

Un año tiene doce meses: siete de ellos tienen 31 días (enero, marzo, mayo, julio, agosto, octubre y diciembre), cuatro de ellos 30 (abril, junio, septiembre y noviembre) y queda febrero, que tiene 28 días o 29, en el caso de que caiga en bisiesto. Un sinvivir, con el pobre febrero generalmente tres días más breve que la mayoría de los meses. Mal, señores.

Rompamos con todo. Diez meses de 36 días, y adiós a la nomenclatura tradicional. Llamémosles primero, segundo, tercero... décimo; menos romántico, pero más útil, qué caramba. ¿Y los cinco días que faltan?

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