miércoles, 1 de abril de 2020

¿Y si cambiamos la forma de medir el tiempo? Primera parte, el calendario

Adiós

Hace mucho tiempo, cuando era adolescente, devoraba todo lo que caía en mis manos que viniera firmado por el genial Isaac Asimov. Uno de esos textos tenía que ver con crear un calendario perpetuo, no como los que usamos ahora, que cambian año tras año. Podría buscarlo, pero prefiero no hacerlo, para que me influya lo menos posible.

La cosa es que se me ha ocurrido (no, no espero que nadie me haga el más mínimo caso, por supuesto, pero me parecía un entretenimiento interesante) cambiar la manera en que medimos el tiempo, porque yo lo valgo.

Empecemos por el año, por el calendario. Aquí dependemos, como bien sabéis, de la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Un año dura lo que tarda nuestro planeta en completar una órbita. Esto viene a ser 365 días y cuarto, o más en concreto 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9,76 segundos. Del hecho de que el año no sea un número entero de días se deriva que necesitemos los años bisiestos.

Un año tiene doce meses: siete de ellos tienen 31 días (enero, marzo, mayo, julio, agosto, octubre y diciembre), cuatro de ellos 30 (abril, junio, septiembre y noviembre) y queda febrero, que tiene 28 días o 29, en el caso de que caiga en bisiesto. Un sinvivir, con el pobre febrero generalmente tres días más breve que la mayoría de los meses. Mal, señores.

Rompamos con todo. Diez meses de 36 días, y adiós a la nomenclatura tradicional. Llamémosles primero, segundo, tercero... décimo; menos romántico, pero más útil, qué caramba. ¿Y los cinco días que faltan?

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2 comentarios:

  1. Acepto la apuesta y envido más: no hay trabajo para todos, deberíamos ir reduciendo la jornada y el nº de jornadas, con lo que las semanas deberían ser, por ahora, 50/50: 1(I don't like mondays)-2-3 laborables, y 4-5-6 festivos (de los 7 no hace falta hablar).
    Saludos.

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  2. En la obra de Tolkien ya existe un calendario perpetuo con 12 meses de 30 días cada uno, más 5 días festivos que no pertenecen a ningún mes.

    La idea de un calendario decimal no es nueva: en la revolución francesa trataron de imponerlo, pero fracasaron. El motivo del fracaso está en que 10 es solo divisible por 2 y por 5, mientras que 12 es divisible por 2, 3, 4 y 6: en un año de 10 meses podemos tener el equivalente a un bimestre y a un semestre (¿quinquestre?) pero nos faltarían los trimestres y los cuatrimestres, lo cual es desafortunado. En fin, que nuestra cultura sigue usando docenas no solo por costumbre, son realmente útiles ;)

    Saludos,
    Ricardo

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