¿Para qué quiere ver al médico?

Dos o tres veces al año viene a Tafalla un autobús muy bien equipado en el que se puede extraer sangre a varios donantes a la vez. El autobús estaciona frente a la entrada de urgencias del centro de salud, tanto para conectarse a la red eléctrica como por si hay alguna incidencia durante la donación. Sobre algo tan necesario como la donación de sangre quizá os hable en otra ocasión, pero lo que quiero contar ahora es algo que me sucedió la última vez que me acerqué a donar, y que tiene que ver con el trámite inicial que hay que superar cuando uno acude a urgencias: responder a la preguntita "¿para qué quiere ver al médico?". Preguntita incomprensiblemente formulada por alguien que se supone que es auxiliar administrativo y a quien, por tanto, le importa muy poco nuestra salud. Máxime cuando se supone que estos asuntos deben quedar restringidos, en lo posible, a la confidencialidad entre médico y paciente. Pero es que hay veces, como en el caso que os voy a contar, que dicho trámite se convierte en algo realmente embarazoso.


A lo que íbamos. Como solo viene el autobús para unas horas y coincidimos más donantes que los que cabemos en él, en la recepción de urgencias nos dan número y si hace mal tiempo esperamos allí mismo.
La cuestión es que allí estábamos unos cuantos donantes, apretaditos en un pequeño espacio, cuando vino un hombre a pedir que se le atendiera en el servicio de urgencias. La recepcionista, como seguramente es su obligación, le preguntó que para qué quería ver al médico. El paciente, después de pensárselo unos segundos y a la vista de que ninguno nos íbamos a mover de allí (la salida estaba bloqueada por gente que no era consciente de la situación) se resignó y dijo con voz perfectamente audible:

"El otro día me hicieron la vasectomía y me duelen mucho los huevos".

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