Atentos a la noticia:
Según el redactor del informe, el socialista Jean Huss,
"Esperar a que haya grandes cantidades de informes médicos y científicos antes de tomar decisiones para prevenir daños bien conocidos puede llevar a grandes costes en salud y económicos, como ha sucedido con el amianto, la gasolina con plomo y el tabaco. El principio de precaución debe aplicarse aun cuando la evaluación científica no permita determinar con suficiente certeza que existe riesgo".
En el artículo de El País podemos leer que dicho informe no hace sino restar credibilidad a la postura de autoridades sanitarias internaciones, como la Comisión Europea o la Organización Mundial de la Salud, que aseguran que estas radiaciones (menos energéticas que la luz visible e incapaces de alterar el ADN y, con ello, provocar tumores) no tienen efectos sobre la salud humana. De ahí que me resulte difícil de entender eso de "daños bien conocidos"; si son bien conocidos, ¿cuáles son? Supongo que él lo ignora y por eso no nos los señala. Para más inri, el señor Huss sugiere que quizá alguien de dentro de estos organismos está "poniendo el cazo":
"El Comité de Medio Ambiente está trabajando en el asunto de los conflictos de interés y en la urgente necesidad de una auténtica independencia de los científicos implicados en las agencias oficiales".
Casi nada. Y un poco más adelante:
"En un Eurobarómetro reciente, el 48% de los europeos afirmó que está preocupado por los efectos sobre la salud de los móviles".
Y ahí, amigos míos, está el quid de la cuestión. La pescadilla que se muerde la cola. Los políticos, esos individuos que basan sus ingresos en tener que ser elegidos por periodos de cuatro años, deciden que wifi y radiaciones de telefonía son potencialmente peligrosas, porque les conviene: hay un buen puñado de votos detrás de su decisión. Decisión que a su vez supone un argumento de peso para aquellos que están convencidos de que estas radiaciones son peligrosas ('pero vamos, si hasta el Consejo de Europa las quiere prohibir en los colegios').
En fin, parece que el hecho de que después de muchos años de investigación no exista ninguna evidencia de la peligrosidad de estas tecnologías inalámbricas no tiene ninguna importancia para esos políticos más pendientes de mantener su escaño que de gobernar según los dictados de la racionalidad. Supongo que estas lumbreras no fueron a clase el día que se habló del espectro electromagnético. Porque como se enteren de que los infrarrojos y la luz visible son radiaciones electromagnéticas mucho más energéticas y, por tanto, potencialmente peligrosas que las que pretenden erradicar de los centros educativos,
¡van a tener que prohibir la calefacción y la iluminación en los colegios!
Absurdo, ¿a que sí?
¡Podíamos empezar por la selección genética y los embarazos en úteros de cristal! Así puede que todo resultara mas fácil. Beso.
ResponderEliminarQue coño la calefacción: ¡Van a tener que prohibir la luz solar!
ResponderEliminarUy, qué va... la luz del sol es natural, y por tanto, estupenda. Y su componente de rayos ultravioleta produce unos melanomas muuuy naturales. Algo peor son los cánceres presuntamente causados por ese terrible invento del wifi y ondas telefónicas, creadas para enriquecer a las multinacionales a costa de nuestra salud.
ResponderEliminarLa calefacción y la luz visible producen radiaciones mucho más energéticas que el teléfono movil, y por tanto deberían considerarse más peligrosas. De hecho la luz visible está en el límite entre la radiación considerada ionizante y la que se considera no ionizante, y es de hecho mucho más peligrosa que un teléfono movil. La calefacción por su parte produce radiaciones de onda más corta que el teléfono movil, peró además por su proximidad y su potencia deberían considerarse más peligrosas que el movil.
ResponderEliminarEsta demostrado que los problemas mas gordos de los colegios los causan los niños, que perjudican la salud de los profesores, además de desgastar y romperlo todo.
ResponderEliminarMe gustaría pedir a la UE, que por coherencia, prohiba los niños en los colegios.