"Fraudes, plagios, resultados encubiertos, falta de ética e imprudencias son a veces males necesarios para atraer la atención del público sobre algunos de los más brillantes hallazgos de la ciencia. Además, la inspiración llega a menudo de lugares insospechados y Brooks desgrana cómo reconocidos premios Nobel han sacado sus ideas de las drogas, los sueños y las alucinaciones.
La ciencia es una disciplina muy competitiva donde el juego sucio está a la orden del día. Para lograr éxito y reconocimiento, todo vale".
Toda una declaración de intenciones la que se puede leer en la contraportada de Radicales Libres, de Michael Brooks, publicada recientemente por Ariel.
Declaración que no engaña, porque el libro consiste básicamente en una recopilación de anécdotas ligadas a grandes (muy grandes) de la ciencia, en la que no se libran ni los "sagrados" Newton o Einstein: "Newton no era en absoluto humilde, y sería igualmente cierto decir que consiguió su grandeza por pisotear los hombros de gigantes. Cuando otros, como Robert Hooke y Gottfried Leibnitz, hicieron descubrimientos en campos que Newton también investigaba, éste luchó ferozmente para negarles el mérito por su trabajo". "Einstein se basaba en intuiciones místicas, intuiciones que sus matemáticas no eran lo bastante buenas para demostrar. Sus artículos están plagados de errores y omisiones convenientes, aunque eran más bien embustes de perezoso y no, como en el caso de Newton, fraudes deliberados".
Un par de muestras del estilo de Brooks, quien no se corta en dar su opinión sobre algunos científicos que todavía están entre nosotros y que han alcanzado las mieles del Nobel. Un libro que se lee con agrado, porque el autor se ha metido en la trastienda de donde se cuecen los grandes avances científicos y porque lo cuenta muy bien.
Sin embargo, habría que decir que esta es una visión muy parcial del quehacer científico cotidiano. Es evidente que quienes se dedican a la ciencia son seres humanos, con las mismas grandezas y miserias que se pueden encontrar en otras profesiones. Más aún, quienes pasan a la historia de la ciencia quizá se parezcan más a los grandes genios del arte, con quienes comparten la osadía de romper con lo establecido para mostrar un nuevo punto de vista. Pero no hay que perder de vista que en el mundo de la investigación hay miles de hombres y mujeres que hacen su trabajo con la máxima honradez y dedicación ganando unos sueldos tirando a modestos, cuando no becas miserables, y que nunca saldrán en los medios. Como tampoco aparecen en Radicales Libres.
Sin olvidar que esos "Radicales libres" necesitaron valerse del método para acercarse a sus descubrimientos, aunque la inspiración, o la ambición, fueran parte de la chispa que les dio el reconocimiento.
ResponderEliminarParece una vuelta de tuerca más a las teorías de Feyerabend.
Es como decir los Beatles eran buenos gracias al LSD...