jueves, 13 de octubre de 2011

El cuento del leñador

Clase de ciencias. Tercero de ESO. Primera semana del curso. Les digo que a partir de ya van a tener que usar la notación científica (que sirve para escribir números muy grandes o muy pequeños utilizando potencias de diez). Como todos los años, protestas veladas tras el argumento de que “mejor nos apañamos escribiendo los números como lo hemos hecho siempre, de qué sirve andar complicándose la vida”. Les falta añadir, porque juraría que están convencidos de ello, que esta herramienta (porque eso es la notación científica) y otras muchas que tratamos de proporcionarles se han creado con el único fin de hacer las clases más difíciles. Entonces voy y les suelto el cuento del leñador. Es bastante flojo, y es que uno no es Perrault. Vamos, que el cuento es mío. Ahí va:
Érase una vez un leñador que vivía en un lejano bosque dedicado de sol a sol a su profesión que, como es fácil de adivinar, consistía en cortar árboles. Su método era el tradicional, lo que significa que su herramienta de trabajo era el hacha. Con un esfuerzo agotador venía a derribar, un día con otro, tres árboles diarios. Tal como estaba el mercado maderero en aquel remoto lugar nuestro protagonista no podía vivir con grandes lujos.
Un buen día llamó a su cabaña un vendedor a domicilio correctamente trajeado, como es habitual entre los de su oficio. No llamaba a una puerta equivocada, no; se trataba de un viajante de motosierras. Y, por supuesto, su objetivo era venderle una al leñador. Tras los saludos de rigor y el imprescindible despliegue del catálogo:
- Tenga usted presente, finalmente, que este recientísimo modelo le va a permitir cortar no menos de diez troncos al día, con mucho menor esfuerzo y dolor de riñones, que es algo muy de agradecer.
- Vale, pero ¿cómo funciona una motosierra?
- Ah, se trata de algo sumamente sencillo. Para ponerla en marcha basta con tirar fuertemente del dispositivo de arranque y después mantener la velocidad de giro con este regulador. Por supuesto, necesita mantenimiento. En el manual de instrucciones viene todo, pero yo se lo resumo. Antes de salir al bosque debe verificar el estado de la barra, del freno de cadena y del filtro del aire y que lleva los repuestos y la mezcla de carburante y aceite. También que la cadena está afilada y que no olvida las herramientas de afilar ni, por supuesto, el equipo de seguridad. Una vez comenzado el corte, deberá controlar a menudo la tensión y el filo de la cadena y limpiar el filtro del aire. A la vuelta del trabajo toca limpieza: el conducto del combustible, el cuerpo de la motosierra, el filtro, el piñón y la espada, a la que hay que invertir de posición. Semanalmente habrá que hacer una limpieza profunda de todos los componentes, revisar y limpiar la bujía, vaciar los depósitos de aceite y combustible, desmontar y lubricar el arranque y alguna otra cosilla. Finalmente, deberá tener a mano en todo momento los repuestos necesarios: cuerda y resorte de arranque, bujías, tuercas de la barra, tornillos del armazón, cadenas, limas...
La cara del leñador era un poema. No entendía nada de lo que el vendedor le estaba diciendo, y de hecho hacía un rato que su mente había desconectado. ¿Mezcla de carburante? ¿Filtro del aire? ¿Tensión de la cadena? No podía evitar pensar en su buen par de hachas, que todo lo que le exigían era llevarlas y traerlas del bosque, y un buen repaso, de vez en cuando, con su vieja piedra de amolar. No, realmente no se iba a dejar engatusar por el viajante.
-Todo eso está muy bien, ¿sabe? Pero no me convence. Su máquina es demasiado complicada para mí.
Y a pesar de la insistencia del vendedor, quien le aseguraba que en menos de una semana le iba a pillar el tranquillo, y que antes de un mes la iba a amortizar gracias a su gran rendimiento, y que iba a poder comprar una cabaña más grande con una fantástica hipoteca, el leñador lo despidió amablemente y decidió mantenerse siempre fiel al corte con hacha. Y colorín, colorado...

Llegados a este punto, lanzo a la clase la pregunta de si creen que el leñador no debería haber tratado de adaptarse a la nueva tecnología que llamaba a su puerta. Quien quiera entender, que entienda, termino.

3 comentarios:

  1. Pues a mí me ha gustado y si son mínimamente inteligentes lo entenderán, aunque hay de todo... Lo de la cabaña con una fantástica hipoteca es para que se vayan haciendo a la idea, no?? :)

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  2. Tenía familia, el leñador?. Necesitaba mayores lujos de los que podía ya tener sin necesidad de complicarse la vida?. Necesitaría transporte para ir a comprar todo lo que necesitara la motosierra: aceite, repuestos, gasolina...?. Adaptarse con que objetivo vital?. Son solo preguntas.

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  3. A la computadora, sin embargo, se adaptaron y también al ordenador, no? a qué seguramente cambian de idea cuando les digas que a partir de ahora las operaciones matemáticas, con lápiz y papel!

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