En mi clase de Ciencias aplicadas a la Actividad Profesional, de 4º ESO, salió no hace mucho el tema de la homeopatía. Por supuesto les mostré
mi punto de vista, el de un homeópata titulado (guiño, guiño). Vamos, lo de que
la homeopatía es un timo impresionante, para que nadie se me engañe. (Echad un ojo a la
etiqueta homeopatía, y pasaréis un buen rato).
Hoy ha salido el
principio filosófico de economía, más conocido como
Navaja de Ockham, en honor a quien lo propuso,
Guillermo de Ockham. La Navaja de Ockham viene a decir que
si hay varias explicaciones para un fenómeno, la más sencilla es la más probable. Por supuesto no se trata de un principio universal, porque es evidente que no siempre se cumple; probable no es lo mismo que seguro. Pero no es una mala idea para moverse por el mundo, tanto en el ámbito científico como en lo cotidiano.
En la clase de hoy ha salido la Navaja de Ockham, y como ejercicio individual les he propuesto que pusieran un ejemplo en que se pueda aplicar dicho principio. Alguien debió recordar muy bien lo que les conté sobre la homeopatía, porque el ejemplo ha sido tal que así:
"Respecto de la homeopatía, hay dos opciones:
Opción A. Que el agua retenga la memoria de lo que ha habido en ella. Y que una sustancia tóxica pueda tener efectos opuestos si se la diluye. Y que cuanto más se diluye una sustancia, incluso después de haber desaparecido, mayor es su efecto curativo.
Opción B. Que la homeopatía sea un placebo.
Me quedo con la opción B".
Salud y pensamiento crítico.