Quizá se trate de un tema manido, pero creo que no está de más tocarlo en estas fechas en que el consumismo se dispara. Y además me da la gana, así que voy a poner negro sobre blanco lo bueno que sería que no existiera eso que se llama el Tercer Mundo, el hogar de 5200 millones de personas, el 80% de la población mundial. Claro que no todos los que viven en el Tercer Mundo son tercermundistas, ni mucho menos (los hay asquerosamente ricos), y también que encontramos pobres de solemnidad incluso en las zonas más desarrolladas del Primer Mundo, el nuestro. Cierto es también que dividir el mundo en esos dos grandes bloques no deja de ser una arbitrariedad, y que dentro de ellos poco hay de homogéneo. Pero para el propósito que persigo vamos a simplificar: cuatro de cada cinco personas son tercermundistas; al resto, como poco, nos ha tocado la pedrea.
A decir de los expertos, y sospecho que tienen razón, se puede terminar con la pobreza en el mundo. Y, además, no es difícil, o al menos no mucho. Otra cosa es que no se quiera: los Objetivos del Milenio, uno de los cuales era reducir a la mitad la población que sobrevive con menos de un dólar al día, ya se ven inalcanzables para la fecha propuesta, 2015. Un dólar al día... Se me hace especialmente escandaloso frente a datos que son de dominio público. Como que el uno por ciento más rico posee el cuarenta por ciento de la riqueza. De ellos, los tres primeros, el oro, la plata y el bronce de los supermillonarios, tienen unos activos similares al PIB de los 48 países más pobres. Más: el Senado de los Estados Unidos aprobó, en plena crisis financiera, un rescate de la banca privada de 700.000 millones de dólares, mientras que el coste anual estimado para rescatar de la miseria más absoluta a los 1400 millones de seres humanos que se las apañan con menos de 1,20 dólares al día es de 170.000 millones de dólares. Termino con los números para no aburrir más: si se divide el PIB mundial por todos los que en este planeta somos tocamos a unos 9000 dólares per capita. Hablamos de justicia, no de caridad. No es justo que existan semejantes desigualdades.
Si se llegara a conseguir la desaparición total del Tercer Mundo, que mucho me temo que no llegaremos a ver ni usted ni yo, los principales beneficiados serían, por supuesto, “ellos”. Pero, y quizá esto le sorprenda, también “nosotros” saldríamos ganando, y mucho. ¿Se ha dado cuenta de que la mayoría de los avances se producen en los países desarrollados? Donde hay medios hay avances científicos y tecnológicos, investigación en salud y educación, producción cinematográfica de calidad, materiales de vanguardia para la arquitectura, la ingeniería y el arte... Los niños (y las niñas, y no lo pongo por corrección política) van a la escuela y se alfabetizan, cuando menos. Muchos estudian música, o hacen estudios superiores... Sin Tercer Mundo las personas con acceso a estos bienes se multiplicarían por cinco. Sin Tercer Mundo es muy posible que existiera desde hace tiempo la cura del cáncer y del sida y la solución definitiva al cambio climático y al agotamiento energético. Sin Tercer Mundo podríamos disfrutar composiciones musicales, obras teatrales, películas, edificios, poemas... que jamás van a ser. La existencia del Tercer Mundo impide que nos beneficiemos de inimaginables avances tecnológicos, aportaciones filosóficas y modos absolutamente originales de ver el mundo. Nos estamos perdiendo el 80% de lo que la Humanidad puede llegar a ser porque el 80% de los seres humanos tienen impedido el acceso a lo que cada uno de ellos podría llegar a ser.
Y si los beneficios directos se iban a multiplicar por cinco, no pasaría lo mismo, claro está, con todo lo que lleva aparejado la miseria: los conflictos armados, cuyo mapa es casi el mismo que el de la pobreza, se reducirían sustancialmente. Como la explotación infantil, el analfabetismo, el hambre, las tiranías, el machismo criminal, los fanatismos, la incultura, las enfermedades endémicas... Lástima que solo sea una utopía.
(Este desvarío se ha publicado en Merindad).
A decir de los expertos, y sospecho que tienen razón, se puede terminar con la pobreza en el mundo. Y, además, no es difícil, o al menos no mucho. Otra cosa es que no se quiera: los Objetivos del Milenio, uno de los cuales era reducir a la mitad la población que sobrevive con menos de un dólar al día, ya se ven inalcanzables para la fecha propuesta, 2015. Un dólar al día... Se me hace especialmente escandaloso frente a datos que son de dominio público. Como que el uno por ciento más rico posee el cuarenta por ciento de la riqueza. De ellos, los tres primeros, el oro, la plata y el bronce de los supermillonarios, tienen unos activos similares al PIB de los 48 países más pobres. Más: el Senado de los Estados Unidos aprobó, en plena crisis financiera, un rescate de la banca privada de 700.000 millones de dólares, mientras que el coste anual estimado para rescatar de la miseria más absoluta a los 1400 millones de seres humanos que se las apañan con menos de 1,20 dólares al día es de 170.000 millones de dólares. Termino con los números para no aburrir más: si se divide el PIB mundial por todos los que en este planeta somos tocamos a unos 9000 dólares per capita. Hablamos de justicia, no de caridad. No es justo que existan semejantes desigualdades.
Si se llegara a conseguir la desaparición total del Tercer Mundo, que mucho me temo que no llegaremos a ver ni usted ni yo, los principales beneficiados serían, por supuesto, “ellos”. Pero, y quizá esto le sorprenda, también “nosotros” saldríamos ganando, y mucho. ¿Se ha dado cuenta de que la mayoría de los avances se producen en los países desarrollados? Donde hay medios hay avances científicos y tecnológicos, investigación en salud y educación, producción cinematográfica de calidad, materiales de vanguardia para la arquitectura, la ingeniería y el arte... Los niños (y las niñas, y no lo pongo por corrección política) van a la escuela y se alfabetizan, cuando menos. Muchos estudian música, o hacen estudios superiores... Sin Tercer Mundo las personas con acceso a estos bienes se multiplicarían por cinco. Sin Tercer Mundo es muy posible que existiera desde hace tiempo la cura del cáncer y del sida y la solución definitiva al cambio climático y al agotamiento energético. Sin Tercer Mundo podríamos disfrutar composiciones musicales, obras teatrales, películas, edificios, poemas... que jamás van a ser. La existencia del Tercer Mundo impide que nos beneficiemos de inimaginables avances tecnológicos, aportaciones filosóficas y modos absolutamente originales de ver el mundo. Nos estamos perdiendo el 80% de lo que la Humanidad puede llegar a ser porque el 80% de los seres humanos tienen impedido el acceso a lo que cada uno de ellos podría llegar a ser.
Y si los beneficios directos se iban a multiplicar por cinco, no pasaría lo mismo, claro está, con todo lo que lleva aparejado la miseria: los conflictos armados, cuyo mapa es casi el mismo que el de la pobreza, se reducirían sustancialmente. Como la explotación infantil, el analfabetismo, el hambre, las tiranías, el machismo criminal, los fanatismos, la incultura, las enfermedades endémicas... Lástima que solo sea una utopía.
(Este desvarío se ha publicado en Merindad).
Si firmas esta esperanzadora propuesta puedes empezar a acabar con el hambre en el mundo, dar estabilidad al sistema y financiar los bienes y servicios públicos, así como contribuir a la lucha contra el cambio climático, entre otros objetivos. En definitiva ayudar a consolidar la sociedad del bienestar en todo el mundo.
ResponderEliminarhttp://actuable.es/peticiones/valorar-vida-como-recurso-riqueza-sostenible
Eso está hecho. Y muchas gracias por el enlace, Santiago.
ResponderEliminarLástima que solo sea una utopía.
ResponderEliminar¿Lástima? Eso es lo bueno de las utopías, je... Si se cumplieran en el acto no tendrían gracia. Tenemos muy claro hacia dónde queremos ir, ¿no? Pues ahora vayamos a por ello :)
Un saludo.
PD. Me he llevado tu lúcido 'desvarío' a mi blog.
Me parecen muy frios sus comentarios, para mi una utopia es lo que dejamos de hacer por que creemos que cuesta mucho. En el Tercer Mundo vuestra "utopia" es lo que a muchos nos motiva a seguir adelante.
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